miércoles, 26 de noviembre de 2014

Probabilidad vinculante del A.D.N.

Si bien cada vez que miras a alguien no lo ves siempre de frente, ni exactamente de perfil, y que hay quien tiene un mejor diagonal que cualquier otro tipo de ángulo, no es muy diferente ni extraño que un sujeto se nos parezca o nos recuerde directamente a otro individuo que conocemos.
Esto se debe en principio por una serie de patrones que se rigen por la probabilidad, en la que la curva de aquel rango de seres humanos que recogerían todos los patrones de las caras de cada uno en una escala también infinita o limitada por el número de gente que ha vivido en la vida del contínuo presente espacio-tiempo hasta hacia atrás [Dibuje e inserte el gráfico aquí].
Claro que, como somos seres diversos y asentados, vivimos en un espacio reducido y conocemos solo cierto determinado grupo social de gente, el número de rostros se delimita a lo que puedas ver de gente a ser preferible en persona aunque siempre puedes haberla visto por la tele, o internet. Pero entonces se deja de lado el aspecto inconsciente de que es una persona que no siendo allegado, podrías interactuar y cambiar su vida para siempre en cuestión de segundos, que es lo que dura lo que tarda en venir el pensamiento a la corteza prefrontal y realizar un impulso eléctrico cargado de movimiento que te dirige a hacer lo que has pedido que haga.
Y lo más importante que puede hacer tu impulso más natural, el sexual, es dirigirte hacia aquella persona que te gusta de verdad y amarla con el deseo de concebir un hijo... o al menos esa probabilidad existe en tanto y cuanto tus dotes y capacidades de convicción pasen de una generación a otra. Y con esta tus gestos, pensamientos y rostros, en mayor o menor gradual medida.
Después de esto no es de extrañar que aparezcan seres familiares en la vida, o que nos recuerdan a alguien de pequeño o de mayor si incluímos esa escala temporal del tiempo que es la dimensión de la vida y la experiencia que es la que define el paso del sol por nuestros crecidos rostros. Ésta es, sin duda, la más fascinante de todas las conexiones y procesos que se llevan a cabo en el lado derecho del cerebro y que nos dice más cosas de lo que estamos pensando nosotros mismos conscientes que la otra, ya que -por lo general- estos pensamientos tienen a difuminarse en los sueños del inconsciente.
¿Qué probabilidad hay de que el propio cuerpo humano coja o adquiera parte del A.D.N. por costumbre o imitación de otro individuo con el que pasa tiempo a pesar de que no hicieran el amor? Si la suma de los canales iónicos transportan proteína, ¿qué probabilidad hay de que tengas un hijo que sea ya gente mayor que te supere en edad incluso? ¿No es como si vieras a alguien que se parece mucho a otro alguien? ¿Y no hay tanta gente, tantas probabilidades? Lo más probable es que yo sea chino, y no lo soy.